A corto plazo, perspectivas positivas; a medio plazo, más competencia en la cesta de carne y en mercados internacionales.
En los últimos 50 años, el consumo de productos de origen animal ha aumentado, significando un crecimiento del 2,84% para los cárnicos. Las aves han sido, sin duda, las especies que más han aumentado en consumo, pero, ¿cuál es la realidad de nuestros días? Nos la desvela Nils Beaumond.
El consumo per cápita de productos de origen animal ha aumentado de 23 a 43 kg por persona desde 1961 hasta 2013. Así lo afirmó Nils Beaumond, en una conferencia organizada por Fecic en el marco de la feria Alimentaria. Aunque el pescado es la tipología animal que más ha crecido, seguida de los huevos (2,99%), la carne ha logrado un crecimiento del 2,84%, por delante de los quesos (2,65%) y los despojos (2,34%).
El crecimiento se ha dado, principalmente, en aves (4,89%) y en cerdo (2,97%) ya que tanto el ovino como el bovino han aumentado en un 1,60%. Así, en consumo per cápita la carne de cerdo ha pasado de los 8 a los 16 kg y las aves, de 3 a 15 kg.
Impulsores de demanda
El máximo impulsor de este aumento de la demanda es el crecimiento demográfico mundial (7,35 millones de personas en 2015), aunque se espera que este crecimiento se ralentice y lleguemos a ser 8,6 millones de habitantes en 2030. De todos modos, en los países emergentes es donde se dará el gran crecimiento, mientras que en la zona de la Unión Europea, Japón o Rusia, bajará.
Por otro lado, la urbanización indica que el 90% del consumo en el futuro se generará en las ciudades, por lo que la cadena de suministro deberá cambiar y adaptarse para lograr mayores niveles de eficiencia. Asimismo, el crecimiento de los ingresos ha propiciado un mayor consumo de carne. En zonas emergentes este consumo todavía es muy bajo, por lo que el gran potencial de crecimiento está ahí. En los países avanzados (EE UU, Japón, Australia, UE…) este consumo está estabilizado, con pequeños descensos en los últimos años, por lo que es preciso apostar por la funcionalidad social y nutricional, por el factor placer y por la disponibilidad y asequibilidad de la carne.
Frenos a la demanda
Si hay un factor que a nadie se le escapa es la crisis financiera y sus secuelas. Este declive mundial ha cambiado la forma de consumir, con compradores que se interesan mucho más por el precio. Esto resulta especialmente notable ya que, pese a las señales de recuperación, todavía no estamos en los niveles de consumo de 2007 y la carne sigue siendo un producto percibido como caro.
Las presiones sociales que reciben los consumidores son otro freno importante. Actualmente, el 50% de la población sufre sobrepeso y el 15%, obesidad. Los presuntos efectos nocivos sobre la nutrición y la salud humana de la carne hacen que el consumidor busque un bienestar idílico y deje de comprar según qué productos.
El bienestar animal, su salud y los vínculos con la salud humana son también muy relevantes, por lo que se hace imprescindible la reducción en el uso de antibióticos y la mejora en las condiciones de vida del ganado. En esta línea, la presión en protección ambiental no es nada nuevo, pero cada vez toma mayor importancia debido al impacto de la producción animal en el cambio climático y el efecto del vacuno en las emisiones.
Todos estos factores no son solo una preocupación de los ‘países ricos’. En China, por ejemplo, también se enfrentan a todos estos retos y sus impactos en los niveles de consumo y métodos de producción. El fraude afecta muy negativamente a las empresas y a todo el sector y, sumado al aumento de alternativas al consumo de carnes y proteínas animales, la industria mundial debe agilizar su productividad.
A pesar de estos retos, el contexto general es positivo, sobre todo gracias al impulso de Brasil y EE UU y a la reconstrucción de rebaños en muchos países, así como a la fuerte demanda de China y otros mercados asiáticos. Aunque en 2016 la producción no creció tanto como se esperaba y los precios llegaron a cifras más altas de lo analizado, 2017 y 2018 están siendo años de crecimiento y se está dando un aumento simultaneo de producción de todas las carnes, con su consecuente crecimiento económico.
Mercado bovino, crecimiento en países emergentes
El consumo de carne de vacuno creció en 2017 en países como la India y en zonas como África Subsahariana, igual que el rebaño chino (donde pequeños ganaderos han creado estructuras más sólidas), argentino y brasileño, que empieza a estabilizarse en 2018. De todos modos, la producción sigue liderada por Brasil, EE UU, UE y China, con previsiones de que China, India y América del Sur (México, Brasil, Argentina) aumenten todavía más su capacidad productiva hasta 2022. Por el contrario, tanto EE UU como la UE disminuirán su productividad hasta 2020.
Los principales importadores de carne de vacuno mundial son Asia (especialmente China), Medio Oriente y África del Norte, Rusia, UE, Sudamérica, EE UU y Canadá. En exportación, los países pioneros son Australia, India, Brasil y EE UU.
La tendencia señala un aumento de precios a la producción en la mayoría de países, con un índice mundial de precios constantes decreciente, sobre todo en los mercados de mayor tamaño. China toma especial relevancia, pues ha reconocido no tener suficiente con las importaciones actuales para satisfacer su demanda y está apostando por abrir su mercado y sus accesos a otros países. Actualmente sus importaciones provienen mayormente de la India y Brasil, aunque van cogiendo más protagonismo Australia, Uruguay, Nueva Zelanda y Argentina.
Si nos fijamos en la producción de carne de vacuno en África Subsahariana, vemos un crecimiento lento ya que la distribución y la restauración está en vías de desarrollo y todavía hay problemas de enfermedades, de eficiencia y de estructuración del sector en general. En cuanto a las importaciones, están altamente concentradas con 5 importadores principales ocupando el 70% del mercado: Angola, Ghana, Gabón, Costa de Marfil y el Congo.
Porcino, pequeños incrementos de producción a nivel mundial
China vuelve a ser protagonista en este mercado, convirtiendo al resto de países en dependientes. La reestructuración de sus rebaños de cerdos iniciada en 2017 se está traduciendo en una política activa para desplazar la producción agrícola de carácter familiar a una escala más industrial y moderna, lo que implica una bajada en el rebaño mundial. Tras este país, la Unión Europea posee la mayor producción, seguida por EE UU, Brasil, África Subsahariana y Rusia. Las perspectivas son más positivas en América del Norte que en el resto del mundo debido a la expansión de sus capacidades y el soporte recibido por el gobierno ruso.
La producción de China aumenta en el contexto de una caída cíclica mundial que se está dando desde 2014. La capacidad de los países exportadores otorga mayor presión a los mercados internacionales y la disminución de la cabaña ganadera europea está viniendo acompañada, también, por una disminución del peso de la canal. Se espera que de 2017 hasta 2022 se aumente en 7 millones de toneladas la producción neta de carne de cerdo, siendo China el país con mayor aumento (3,7 toneladas), seguido por EE UU (0,7), Rusia y Vietnam (0,5 cada uno) Brasil (0,4) y EE UU (0,3).
Los países asiáticos (China, Japón y Corea, especialmente), Rusia, EE UU y México seguirán siendo los mayores importadores en los años venideros. En exportación, será la UE, EE UU, Canadá y Brasil quienes llevarán la batuta del mercado. En referencia a los precios, en la mayoría de países productores 2017 ha venido ligado a pequeños aumentos que en 2018 volverán a disminuir ligeramente (excepto en China y Vietnam).
Fuente: Interempresas